miércoles, 27 de junio de 2007

Las desventuras del Lobo Gris Mexicano

Triste, solitario y final.

Las desventuras del lobo gris mexicano



Dirección General de Vida Silvestre

De acuerdo con registros históricos, los lobos eran relativamente escasos en el suroeste de Norteamérica cuando llegaron los primeros colonizadores europeos, lo cual es consistente con el hecho de que la mayoría de las grandes planicies de esta parte del subcontinente difícilmente tendrían la capacidad para albergar a las grandes poblaciones de ungulados que harían de alimento para grandes poblaciones de lobos, según inferencias de ecólogos, biogeógrafos y paleontólogos.

En primera instancia, el lobo fue un animal de los bosques montañosos, relativamente húmedos y templados, así como de las regiones densamente boscosas de los grandes lagos al pie de las cadenas de montañas. Estos sitios fueron los únicos que originalmente tuvieron las condiciones para el establecimiento de grupos numerosos de lobos: la presencia de manadas de ungulados de gran talla y agua en abundancia. Cuando llegaron los colonizadores europeos, la situación de estas comunidades cambió drásticamente; los nuevos pobladores cazaron hasta casi exterminar a las entonces abundantes poblaciones de grandes ungulados. Los bisontes, los venados bura, los alces y los pequeños venados cola blanca fueron sustituidos por ganado vacuno y lanar. «Para finales de los años 1880», escribe el historiador David E. Brown, «todo el sur-oeste [de los Estados Unidos de América] era un enorme rancho ganadero» y llega a sugerir que las «grandes y pobremente resguardadas manadas de vacas [...] pudieron, en un momento dado, incrementar la población de lobos». Devastada su fuente natural de alimentación, los lobos pudieron haber tomado ventaja temporal de la abundante fuente de proteínas de los bovinos exóticos.

El panorama de los siglos que siguieron fue particularmente patético: nunca antes, ni desde entonces, se empleó a tantos exterminadores de depredadores para destruir a tan pocos animales y producir tan dudosos beneficios. Los «loberos» federales del programa de Control de Animales Depredadores y Roedores (PARC, por sus siglas en inglés) exageraron los impactos económicos de la depredación por lobos, así como el tamaño de los animales destruidos. Los oficiales del Servicio de Parques Nacionales, deseosos de ser apoyados por la agencia recién creada, se unieron a la campaña para desterrar a lobos, osos y pumas de todo el suroeste de los EE.UU. Cuando las poblaciones de lobos comenzaron a disminuir, se hizo muy notoria y famosa la presencia de algunos lobos solitarios que adquirieron nombres propios, a la manera de los forajidos del viejo oeste: Las Margaritas, El viejo de un dedo, el Lobo Chiricahua. Cuando alguno de ellos lograba ser muerto, los periódicos anunciaban con festejos el hecho. La Loba Blanca, supuestamente el último ejemplar de lobo en Texas, fue muerta por una recompensa de 500 dólares. Después de haber examinado el cadáver, el hombre que le disparó declaró que la supuesta habilidad de este animal para no caer en las trampas se debía a que carecía de sentido del olfato... una manera dudosa de defender la supuesta habilidad del cazador profesional. A pesar de las muchas historias sensacionalistas sobre individuos fantasmales que eludían todas las trampas, al final no resultó difícil erradicar al lobo de estos territorios. En sólo 11 años los agentes del PARC eliminaron a todas las poblaciones viables del suroeste de los EE.UU. El programa continuó durante muchas

décadas, incluso cuando ya era moralmente indefendible. Para 1942, ya no se registraron poblaciones residentes ni reproductivas en esta nación.

La última matanza de lobos en el suroeste de Estados Unidos de America tuvo las mismas características que las de una persecución política. A mediados de los años 70, un lobo que fue conocido como el «Lobo de Aravaipa» fue visto varias veces en las montañas al oeste de Sulphur Springs, Arizona. Cuando el lobo mexicano fue puesto en la lista de las especies en peligro de extinción, los rancheros temieron que el Lobo de Aravaipa llegase a ser el fundador de una nueva estirpe, así que las uniones de ganaderos de Arizona calladamente hicieron correr el anuncio de una recompensa para quien solucionase el «problema». Fue así como el Lobo de Aravaipa fue el primer lobo que murió —paradójicamente— a consecuencia del Acta de Especies Amenazadas (ESA, por sus siglas en inglés), un instrumento jurídico diseñado para la protección de especies consideradas en riesgo. Algunos lobos continuaron merodeando y emigrando desde México hacia los EE.UU. a finales de los años 70, por lo que, dados los drásticos cambios en el uso del suelo en México en esos años, las emigraciones de aquéllos hacia los Estados Unidos de América dieron por resultado las últimas matanzas. Los loberos desempleados se mudaron al sur y continuaron su labor, contratados por los rancheros mexicanos. Un nuevo compuesto químico tóxico, el llamado Compuesto 1080 (monofluoro-acetato de sodio), fue la última causa de la mortandad y eliminación de los lobos en prácticamente todo el territorio de México para el año de 1982. La Agencia de Pesca y Vida Silvestre del Gobierno de los Estados Unidos (US Fish and Wildlife Service, USFWS) había puesto en la lista de especies amenazadas al lobo mexicano en 1976. Al contrario que en el caso del lobo gris (Timber Wolf), que estaba considerado como amenazado ya en 1970 en los Estados Unidos de América pero era aún prolífico en Canadá, el lobo mexicano estuvo amenazado desde entonces en el sentido genético. Hoy enfrenta críticamente la extinción, puesto que no se ha podido encontrar ninguna población viable en vida libre, en ninguna parte, que pueda ser usada para un programa de conservación.

Desde 1971, el USFWS contrató a Roy McBride, un famoso trampero de lobos, para obtener vivos a tantos ejemplares de lobos como fuese posible. McBride atrapó a Las Margaritas, posiblemente el más elusivo de los lobos, y se dio a conocer como el mejor experto en comportamiento de los lobos mexicanos. Con el tiempo llegó a capturar vivos a cinco de ellos en la región de Durango, México. Sólo uno de los ejemplares era hembra, pero afortunadamente estaba preñada. Al final, sólo cuatro ejemplares llegaron a ser los fundadores de la entonces única estirpe de lobos cautivos; pasado el tiempo, sin embargo, y dados los resultados de varios análisis con técnicas de genética molecular, se llegó a la conclusión de que, de ellos, sólo tres individuos eran realmente genéticamente distintos, pues todo apunta a la conclusión de que uno de los cuatro animales que inicialmente se pensaron como fundadores era realmente hijo de la única hembra. Estrictamente, el resultado de los mencionados análisis de paternidad afirma que la probabilidad de que ese ejemplar no fuese hijo de la mencionada hembra es extremadamente pequeña. En 1978, McBride (1980) regresó a los estados de Chihuahua y Durango para buscar otros posibles ejemplares, pero nunca tuvo oportunidad de hallarlos. Algunos biólogos aún tienen esperanzas de que existan unos cuantos grupos familiares en la Sierra Madre Occidental. Sin embargo, el esfuerzo por salvar a las posibles poblaciones remanentes sería bastante menos difícil y costoso que el pretender reintroducir a alguna que hubiere sido criada en zoológicos. Si llega a encontrarse aunque fuere sólo uno o dos lobos, el hecho constituiría una inyección de esperanza pues se trataría de nuevos genes a incorporarse al pobre acervo con que se cuenta hoy. Sin embargo, la mayoría de los investigadores piensa que ya es demasiado tarde para realizar esfuerzo alguno en esta dirección. Las líneas genéticas de los lobos mexicanos en el programa de reproducción en cautiverio se han aumentado con la introducción de los ejemplares de otros zoológicos, primordialmente los provenientes del Zoológico de san Juan de Aragón, en la Ciudad de México. Estos últimos han sido autentificados mediante técnicas moleculares, que han probado la pureza genética de estos animales como miembros legítimos de la subespecie, por lo que el número de fundadores nuevamente se ha incrementado para los análisis teóricos de genética de poblaciones, aumentando así la viabilidad esperada del grupo entero, así como sus probabilidades de supervivencia.

La población de lobos mexicanos autentificados por el programa de reproducción en cautiverio consta ahora, solamente, de lobos nacidos en esta condición. En 1992 murió de cáncer «don Diego», el último lobo sobreviviente que se sabía había nacido en vida libre, uno de los ejemplares capturados por McBride. En su vida en cautiverio, «don Diego» dejó ocho camadas de cachorros como descendencia. De acuerdo con Peter Siminski, curador de Mastozoología y Ornitología del Arizona-Sonora Desert Museum y encargado oficial del libro del listado genealógico 8 o Studbook del lobo mexicano en el programa de reproducción en cautiverio, el programa de reproducción tendría que detenerse por falta de sitios adecuados en los zoológicos de los Estados Unidos de América; sin embargo, a últimas fechas no sólo se ha contado con la incorporación de los encierros e instalaciones en territorio mexicano cuando éstos incorporaron a los ejemplares del linaje Aragón al programa, sino que más recientemente se cuenta con la participación de varias instituciones con sitios ya instalados —bajo las regulaciones y requerimientos aceptados por los criadores a ambos lados de la frontera—: los zoológicos de Guadalajara en Jalisco, de León en Guanajuato, de Tamatán en Tamaulipas, el de Zacango en el estado de México, Africam Safari en Valsequillo, Puebla, y el Centro Integral para la Conservación, Manejo y Aprovechamiento Sustentable de la Vida Silvestre de san Cayetano, México. Se cuenta también con la postulación de nuevos sitios que esperan la aprobación de las autoridades para iniciar la pronta construcción de más instalaciones y encierros.

Esto hace que el programa retome fuerza en cuanto al incremento en los números poblacionales y que el plan para la futura liberación de algunos grupos familiares en zonas específicas, a ambos lados de la frontera entre México y los Estados Unidos de América, tenga viabilidad y pueda ser una realidad en el mediano plazo. En 1979 el USFWS creó el Equipo para la Recuperación del Lobo Mexicano (Mexican Wolf Recovery Team) y se presentó un proyecto para la recuperación de esta subespecie que fue firmado por las autoridades de ambos países (México y los Estados Unidos de América) en 1982. Este equipo no tiene muchas opciones de manejo pues se piensa que existen pocas probabilidades de que en el futuro pueda tenerse a vastas poblaciones naturales de lobos viviendo en libertad y recolonizando su antiguo hábitat. Los lobos podrán ser recuperados en el suroeste de los EE.UU. solamente si la población humana de la región los acepta y se usan las regulaciones de la ESA en sus cláusulas denominadas «experimentales, no esenciales», lo que significa que los ejemplares a liberar deberán ser excedentes genéticamente, es decir, que su carga genética haya quedado bien representada en el grupo remanente en cautiverio, el que seguirá constituyendo, hasta en tanto el objetivo final de la recuperación no se haya logrado, el núcleo principal de la existencia de la subespecie. Otro de los grandes problemas a que se enfrenta este proyecto es el hallar las áreas o zonas adecuadas para la posible liberación y recolonización. La mayor parte de la superficie en el suroeste de los Estados Unidos de América está demasiado desarrollada como para aceptar lobos. El equipo de recuperación piensa que la meta más optimista y realista es el establecer varias poblaciones viables aisladas hasta alcanzar un total de cerca de cien animales. Tal meta haría que el estatus de protección, en los EE.UU., cambiase de «en peligro» a «amenazada».

La falta de fondos es otro problema grave para el desarrollo de este proyecto. En un momento dado,

el USFWS anunció que el plan se detendría hasta que no se tuviesen fondos de las agencias estatales encargadas de la vida silvestre. Esto virtualmente hizo que el plan casi muriese debido a que las autoridades de los estados afectados, Arizona, Nuevo México y Texas, no quisieron comprometerse a promoverlo debido al temor de que las asociaciones de ganaderos y los poderosos clubes cinegéticos ofrecieran gran oposición. En 1986 finalmente las cosas comenzaron a aclararse cuando varios grupos ambientalistas estatales y nacionales especialmente interesados en los lobos ejercieron presión sobre el USFWS para que éste cumpliera con las obligaciones estipuladas en la ESA. El USFWS exigió entonces a las agencias estatales que propusiesen sitios para la posible reintroducción. El gobierno de Texas se parapetó aduciendo la carencia de tales sitios idóneos en todo el estado (97% del territorio en ese estado es de propiedad privada y mayoritariamente dedicado a la ganadería). El de Arizona propuso 15 sitios, pero advirtió que éstos no habían sido aún suficientemente evaluados para tales planes. En Nuevo México se propuso, como único sitio para la liberación de lobos dentro de sus límites, una porción del área llamada White Sands Missile Range, área de reserva federal para pruebas balísticas de las fuerzas armadas de los Estados Unidos de América, con una superficie de 9,000 km2. En un momento dado toda la atención repentinamente se centró en White Sands. El área posee un hábitat bastante adecuado, aislado de toda interferencia humana y —lo mejor— sin ninguna clase de ganado. Los investigadores de vida silvestre han determinado que este sitio podría albergar hasta 40 lobos. Parecía uno de los mejores prospectos para el primer intento de liberación. La identificación de White Sands como un sitio potencial para la liberación de lobos aglutinó la oposición al programa de recuperación. Los grupos de criadores, ganaderos y cazadores se organizaron para bloquear el intento de restauración en este sitio. En 1987, a mitad del debate, un comandante del Ejército anunció llanamente que «no queremos lobos en White Sands Missile Range». El director regional del USFWS dijo a los grupos en pro del lobo que «el programa de reintroducción de lobos, por lo que toca a este momento, está terminado». Los grupos interesados en la recuperación del lobo retomaron la iniciativa y formaron una coalición para el lobo mexicano que reclamó a los departamentos del Interior y de la Defensa el haber fallado en la instrumentación de la ESA. Ante esto, el Ejército retiró su oposición a la reintroducción de lobos en White Sands. Los materiales educativos que en el pasado había elaborado el USFWS, pero que nunca había difundido, fueron finalmente puestos a disposición del público. El Congreso proporcionó una modesta cantidad de dinero para la reintroducción. En 1990 el USFWS designó a David Parsons como coordinador del Programa para la Recuperación del Lobo Mexicano.

Además de White Sands, se incorporó al proyecto con cada vez mayor énfasis la región de Blue Range, situada entre los estados de Arizona y Nuevo México, concretamente en las áreas protegidas conocidas como Apache National Forest al este de Arizona y como Gila National Forest al oeste de Nuevo México. Ambas áreas ofrecen hábitat adecuado y con abundantes presas naturales para los lobos.

En marzo de 1997 el Secretario del Departamento del Interior firmó la aceptación de este programa de reintroducción después de dos años de revisión por parte del público del documento de manifestación de impacto ambiental correspondiente y se autorizó la instrumentación de la alternativa consistente en reintroducir una población denominada como «experimental, no esencial». Esto significa, como ya mencionamos, que el contenido génico de los individuos involucrados en el experimento puede considerarse como «excedente» y, en caso de que desapareciesen los individuos involucrados, su pérdida no compromete el acervo del grupo entero, dado que tales genes también están representados en el resto de los individuos conservados en cautiverio. Esa población «experimental, no esencial» sería introducida en la primera de las dos zonas de reserva mencionadas antes y se le permitiría dispersarse hacia tierras de propiedad pública de la segunda. Últimamente se ha decidido que el área de White Sands será considerada dentro del programa, solamente en el caso de que resulte necesaria en el futuro para alcanzar la meta de una población de alrededor de cien animales viviendo en libertad. Ninguno de estos avances podría haber sido posible sin la intervención de los grupos nacionales y locales, en particular el grupo Defensores de la Vida Silvestre (Defenders of Wildlife) que comenzó a centrar su atención en el lobo mexicano. Los comités locales de los estados de Nuevo México, Arizona y Texas han reunido varios miles de dólares y conducido muchas campañas públicas de información y sensibilización. El sector privado, desde entonces, está llevando a cabo las labores de educación ambiental que, de no ser por falta de fondos públicos, el USFWS debía tomar como propias. Cabe señalar que, en un momento dado, el proyecto para la reintroducción de los lobos recibió un inesperado apoyo: la Asociación de Criadores de Ganado de Arizona y los Productores de Algodón de Arizona adoptaron sendas resoluciones en favor de la reintroducción de esta especie. Estas resoluciones fueron condicionadas fuertemente, pero son notables y sentaron un precedente. Nunca antes los criadores de ganado habían mostrado la más mínima tolerancia, ni mucho menos apoyo, para estos proyectos de reintroducción. La manera en que estos inesperados apoyos se sucedieron está probablemente basada en la popularidad que estas organizaciones ganaderas y de cazadores pudieran obtener, en términos de aceptación por parte del público educado, hacia nuevas maneras de relación con el ambiente.

Además de White Sands, en Texas se ha visto últimamente la posibilidad de un sitio particularmente apto para recibir en el futuro lobos para su reintroducción. Éste es el Parque Nacional Big Bend y el vecino Parque Estatal Rancho Big Bend. En estos parques no se permite la cacería y aproximadamente un 35% del área es considerada como hábitat ideal para los lobos.

La situación en México

El programa de reproducción en México se inició en 1987 con la llegada de tres parejas provenientes de los E.U.A. Una de ellas estaba formada por el macho número 22 y la hembra «Estrella» de número 27, los cuales fueron confinados en las instalaciones del Centro Ecológico de Sonora, en Hermosillo, Sonora; la segunda, formada por la hembra «Zapita», número 20, y el macho «Carlos» número 34, fueron destinados a la entonces Estación de Vida Silvestre «Ing. Luis Macías Arellano» en san Cayetano, estado de México; la tercera se conformó por el macho «Cujo», número 33, y la hembra «Sonora», número 45, que fue confinada en las instalaciones del Zoológico de san Juan de Aragón, en la Ciudad de México. Posteriormente se recibió otra pareja, que se alojó en el Zoológico de Chapultepec, también en la Ciudad de México, y que estaba formada por «Angélica» número 39 y «Nacho» número 56. De los ejemplares mencionados, tres de ellos murieron en 1989 (números 22, 27 y 56). En 1991 murió «Josefa» número 75, hija de «Zapita» y «Carlos» y, en 1992, la misma «Zapita». Estas muertes redujeron drásticamente las posibilidades del programa mexicano de reproducción en cautiverio. La única pareja estable en esta época fue la formada por 33 y 45, que ha producido 15 crías en cinco camadas; sólo cuatro de ellas se encuentran vivas y en buen estado de salud.

La relación de parentesco entre estos ejemplares es bastante próxima, hallándose la mayoría, actualmente, con altos índices de consanguinidad y muy bajos porcentajes de heterocigosis. Por otro lado, los ejemplares del llamado linaje Aragón, provenientes del Zoológico san Juan de Aragón, donde se reprodujeron desde 1965, fueron trasladados allí desde el Zoológico de Chapultepec, donde, según se registra, hubo lobos mexicanos desde un principio sin que se les pusiese mayor atención, aunque debe resaltarse que tampoco nunca se les permitió hibridarse. El grupo de san Juan de Aragón se mantuvo en este sitio con números variables hasta 1973, cuando desaparecieron de los registros. Posteriormente volvieron a llevarse lobos provenientes de Chapultepec en 1976; en 1978 produjeron crías, al igual que durante las temporadas 79, 80, 81, 83, 84, 85, 88, 92 y 93. En 1981 la camada entera fue trasladada a la Reserva de la Biósfera La Michilía, en Durango, mediante una donación que hizo el Zoológico san Juan de Aragón al Instituto de Ecología, A.C. Dicha camada estuvo constituida por tres machos y dos hembras y fue alojada en un encierro de poco más de una hectárea ubicado en el área natural de distribución de la subespecie dentro de la reserva. Nunca existió ninguna duda seria acerca de la pureza de los lobos del ahora llamado linaje Aragón; si acaso, la única incertidumbre que se tiene concierne a la ausencia de pruebas documentales sobre su origen en poblaciones salvajes. Todas las evidencias presentadas por López Islas y Vázquez González (1993) apuntaron, en su momento, a la autenticidad y pureza del linaje y, finalmente, en 1994, a partir de las pruebas definitivas realizadas por el equipo de Phil Hedrick mediante análisis de muestras de ADN, se tuvo la certeza de la pureza de este linaje como perteneciente a la subespecie Canis lupus baileyi. En 1995 se incorporó a los ejemplares del linaje Aragón al programa del SSP y al libro oficial de la genealogía (Studbook) y algunos ejemplares comenzaron a aparearse con los del linaje McBride. Esto, junto con la incorporación del linaje Ghost Ranch incrementó el número de fundadores de la población en cautiverio del lobo mexicano, de tres a siete. En la reunión del SSP de 1996 en Albuquerque, Nuevo México, se resolvió hacer viajar al macho 208, del linaje Aragón, nacido en el Rancho «Los Encinos» en Chihuahua, hacia la reserva de Sevilleta National Wildlife Refuge en Nuevo México, para su posible liberación —junto con su pareja— a finales de la primavera de 1998 en Blue Range, dentro del proyecto de reintroducción ya mencionado. En la reunión de este mismo programa en Houston en 1997 se decidió mover a dos animales del linaje Aragón nacidos en México a sendas instalaciones en los Estados Unidos de América, así como trasladar a diez animales de los linajes McBride y Ghost Ranch a diversas instalaciones en México para ser incorporados al proyecto de reproducción en cautiverio de este país, teniendo un incremento en el número de instituciones participantes, que suman actualmente un total de 11, rompiéndose así la consanguinidad en nuestra población cautiva.

En territorio mexicano, las áreas con mayor probabilidad de ser receptoras de lobos para vivir en libertad están en la Sierra Madre Oriental, en su vertiente occidental, al norte del estado de Coahuila, y en la Sierra Madre Occidental, en el estado de Chihuahua. Otras posibilidades se tienen en algunas partes altas de los estados de Nuevo León y San Luis Potosí y en la Sierra Madre Occidental, quizá en algunas sierras de los estados de Durango y Zacatecas. En 1997, el gobierno mexicano, a través del Instituto Nacional de Ecología, hizo público el Programa de Conservación de la Vida Silvestre y Diversificación Productiva en el Sector Rural, que establece dos grandes estrategias de conservación: la instrumentación del Sistema de Unidades de Conservación, Manejo y Aprovechamiento Sustentable de la Vida Silvestre (SUMA), y la estructuración de los Proyectos de Recuperación de Especies Prioritarias (PREP). La primera establece la base sobre la cual el aprovechamiento sustentable de la vida silvestre ha de concebirse como incentivo de conservación en el largo plazo; la segunda parte de la concepción de «especie prioritaria», que esencialmente consiste en la identificación del papel específico que algunas especies tienen como promotoras de la conservación de la biodiversidad, ya sea por su papel de especies clave,2 o porque su conservación implica la conservación del hábitat y de muchas otras especies asociadas, o por enfocar sobre sí sentimientos de solidaridad inter-específica o de representación emblemática que se traducen en una profunda carga simbólica en la cultura de nuestro pueblo; además, todas ellas han sido consideradas en alguna categoría de riesgo por el instrumento legal mexicano que establece las especificaciones para su protección: la norma oficial mexicana NOM-059-ECOL-1994. El lobo mexicano fue considerado dentro de la categoría de «en peligro de extinción» por este instrumento normativo en 1994. Esto no significa, por supuesto, que hasta entonces no se hubiera considerado su protección o su estatus de riesgo, sino que el esfuerzo de regulación de la sociedad mexicana no cristalizó formalmente hasta ese año. Uno de los primeros proyectos de recuperación considerados en el Programa de Conservación... en 1997 fue el del lobo mexicano; la composición orgánica del grupo de personas e instituciones que venían trabajando desde hacía décadas en lo que se constituyó como el Subcomité Técnico Consultivo Nacional para la Recuperación del Lobo Mexicano, así como la distribución del trabajo que se había consolidado, dio pauta para la estructuración de los nuevos proyectos.

A manera de recapitulación

El proyecto de recuperación del lobo mexicano nació en un momento poco propicio pues, a pesar del creciente interés público por los lobos mexicanos, el déficit en los presupuestos federales de ambos países involucrados impuso severas restricciones a la asignación de recursos para tales proyectos; en particular, el del lobo gris mexicano debe competir con los programas asignados para otras subespecies de lobos en Norteamérica por parte del gobierno de los Estados Unidos de América.

David Parsons argumenta que, en este caso, y hablando por el gobierno federal estadounidense, la mayoría de los fondos deberán provenir de fuentes privadas. Esto, sin sorpresa, también deberá aplicarse a nuestro país. En todo caso, es claro que este tipo de proyectos, binacionales, internacionales, o locales, recaerán, para su financiamiento y apoyo de toda índole, fundamentalmente en los esfuerzos que los grupos y organizaciones no gubernamentales puedan hacer. Esto de ninguna manera deberá desalentar a los sectores interesados en proyectos de largo plazo y largo alcance como éste. Al contrario, cada vez es más claro en ambas sociedades que la responsabilidad con respecto a la conservación y la recuperación de especies en riesgo, así como con respecto a todo tipo de programas de conservación, dependen, en última instancia, de la sociedad entera —en particular de sus sectores conscientes— y no necesariamente de la buena voluntad, los recursos y la disposición de los gobiernos en turno. Para cuando todos estos esfuerzos hayan de enfrentarse al momento crucial de la elección inminente de sitios, modalidades y condiciones para la liberación de grupos familiares de lobos, todos estos sesgos deberán estar asentados y haber cobrado plena forma en la conciencia de quienes tomarán partido por la opción más acorde con los intereses últimos de toda la sociedad. Será labor de los proponentes entusiastas de la recuperación el convencer, educar y preparar a la sociedad futura para convivir con estos depredadores ancestrales y con su papel legítimo, viable, natural y sano en relación con las comunidades ecológicas que podamos reconstruir en ese mismo futuro. De ellas esperaremos, como del conjunto de la biósfera, el más amplio espectro de posibilidades para el eventual tránsito hacia el desarrollo sustentable.

Notas

1 Studbook: nombre técnico en inglés de dicho listado.

2 Se entiende por «especie clave»" (en inglés: key species) aquélla que aglutina un gran número de nodos de la relaciones tróficas en un ecosistema o comunidad, y cuya presencia determina, en buena medida, la composición y la estabilidad.

Bibliografía

MacBride, R. T.. 1980. The Mexican Wolf (Canis lupus baileyi): A historical review and observations on its status and distribution. Endangered Species Report 8, U.S. Fish and Wildlife Service, Albuquerque, N.M.

López Islas G., B. Manrique N. y M. Reyna M. (eds.), 1994. Primer Simposium nacional sobre el lobo gris mexicano. INE, DDF, UNAM, México.



Dirección General de Vida Silvestre. Este texto apareció originalmente como parte del Proyecto de recuperación del lobo gris mexicano (Canis lupus baileyi). Para mayor información, consulte: www.ine.gob.mx. Otros sitios con información sobre el tema: Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), www.conabio.gob.mx; Instituto del Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de Sonora,www.cideson.mx; Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES), www.cites.org.

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